Ayer me entere del fallecimiento
de un tipo genial. Era tosco, rudo. Algunas veces hasta grosero. Pero tenía un corazón
increíble. Debajo de esa fachada que tenía, se escondía una gran persona. Nunca
olvidare sus expresiones, tan elocuentes. Cuando jugaba al mus era una diversión
verle y escucharle. Tenía frases para todo. Algunas como “enemigo que huye,
puente de plata”. Cuando le preguntaba cómo iba, contestaba “ni mierda en las
tripa”.
Su sinceridad cuando hablaba,
algunas veces te dejaba en fuera de juego. Pero esa era su grandeza, su
sinceridad. Decía las cosas, como las pensaba. Y no había maldad en él, solo
sinceridad. Le gustaba divertirse, gastar bromas. Y si se las gastabas tú, te
miraba serio y después se reía. Ayudaba a todo el que lo necesitara, sin
esperar nada a cambio.
Conocía el mar, como pocos. Y te
daba catedra cuando te hablaba en serio. Que por cierto pocas veces solía
hacerlo. Vivía a su manera, donde te respetaba tu espacio. Y te daba conversación,
cuando tenía ganas de compañía.
Aún recuerdo, cuando se iba a vigilar
desde el faro, la reserva marina. Y nos dejaba esperando a que regresara. Era
Tomas, ya sabíamos cómo era.
Pero recuerda una cosa, solo
muere del todo, cuando lo olvidamos. Y a ti siempre te vamos a recordar. No podrás
leer estas estas letras, pero es mi forma de recordarte. No hay luto en mi, ni
tristeza en mi corazón, pues nunca hubieras querido eso. Solo añoranza de no
verte, en este mundo. Tendré que esperar, a verte en otro sitio. Y que, en ese
sitio, espero que tengas un bar cerca. Para poder tomar unas copas contigo.
En mi alma, solo hay gratitud.
Por haber podido compartir contigo, algunos momentos felices. Adiós, no te
digo. Adiós, no es el final. Es solo que te extrañaremos, hasta que nos
volvamos a ver. Un abrazo grande mi querido amigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario