lunes, 5 de septiembre de 2016

El orgullo, nos hace estar solos.

La falta de actividad hace que una persona, este pensando todo el día. Cosa que puede ser buena o mala, dependiendo del estado de ánimo. Llego a pensar tantas cosas que la lógica se convierte en locura y viceversa. Las discusiones se convierten en disputas por tonterías. Pero la razón siempre está en mi mente. El discernir por la lógica y no por la motivación personal de ese momento. Pero cuando lo haces con alguien, que es todo lo contrario, la cosa revienta. Y aunque vea esa razón nunca te la dará. Y te convierte en otro que discute por discutir. Son mentes incompatibles, cuando uno piensa desde la lógica y la razón y la otra desde sus creencias y la fe. Pero todo se enfoca en el pensamiento único del rencor. En el rencor, que no deja ver las cosas. Y cuando ves que la lógica te supera, tiras del rencor, que no necesita nada, pues es un sentimiento y como tal, está exento de todo. Un ejemplo; tu puedes acusar a un ser querido de robarte, y no perdonarlo. Pero tu mejor amigo es un ladrón. Pero se lo perdonas porque, no te roba a ti. Aquí es donde entra el sentimiento y está, exento de lógica. Esto quiere decir, que puede hacer todo el mundo lo que quiera, siempre y cuando, no te lo haga a ti. Sirve también para justificar las estupideces que hacemos, alegrando a nuestro orgullo.
Esto me recuerda a chiste del comunista y las vacas. Era comunista mientras repartiera las vacas de los demás. Pero cuando las vacas son tuyas, es donde nos damos cuenta, que no somos comunistas. Que es muy bonito, compartir ideas, sentimientos, consejos para los demás. Y damos la imagen de solidarios, que viste bien.
Una de las grandes injusticias de la vida, es el tiempo. Pasa y no podemos pararlo ni echarlo para atrás. También nos damos cuenta de lo que perdemos, cuando ya no lo tenemos. Hoy vi una foto que decía, es peor el orgullo que la ignorancia. Vemos alejarse a personas que queremos por orgullo. Nos hace que nos quedemos quietos, por eso tan absurdo llamado orgullo. Después nos sentimos mal, pero tenemos que disimular, por el mismo orgullo. El orgullo es el hermano digno, del egoísmo.
El ser humano, es racional, inteligente, pero también es absurdo. Con nuestras leyes morales. Que solo cumplimos cuando nos conviene. Miramos como se cometen atrocidades, pero no hacemos nada por impedirlo. Disfrutamos del pecado, mientras impartimos sermones. Deseamos lo mejor a los demás, pero realmente nos da igual. Nos apiadamos los animales y nos alejamos de los necesitados. Incluso le pedimos a Dios, cuando ni siquiera creemos en él. Y la última moda, es repartir bendiciones por el Facebook, pero por la imagen que damos de bueno y de creyente. ES QUE DIOS LEE EL FACEBOOK????  Por cierto, yo, el primero que incumplo todo.
Lo peor de todo, es que ya nos acostumbramos a vivir así. En un mundo hipócrita, donde tenemos que aparentar y no ser. Donde reímos sin ganas, pero queda bien, como el estribillo cansino de una canción. Donde todo es personal y somos los únicos habitantes importantes del planeta. Y el resto del mundo, es una mera comparsa que está a nuestra disposición. La gente pasa por ciclos. Hoy son imprescindible y mañana un recuerdo. Hoy son muy buenos y mañana no tanto. Hay que agradecer las cosas que se hacen por uno, pero hay que recordarlo siempre. Porque con el tiempo, lo olvidamos. Eso sí, los favores que hacemos nosotros, los recordamos toda la vida.
Ósea, somos seres egoístas, orgullosos, pero nos damos golpes en el pecho, para decir que somos lo contrario. Llegamos a no saber distinguir, entre el verdadero yo, y el falso. Escondemos, el orgullo con una falsa humildad.

EL HOMBRE EN SU ORGULLO, CREO A DIOS, A SU IMAGEN Y SEMEJANZA. Friedrich Nietzsche

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