Qué triste es ver
como el orgullo, hace que dos personas se distancien tanto. Dos personas que lo
fueron el uno para el otro. Dos personas que a pesar de todo se siguen
queriendo. Eso se nota en la pasión con la que hablan entre ellos. Se nota en
los celos, en el odio inmediato, que después se pasa. Aunque no se reconozca
por el orgullo y la falsedad. Un amor así no puede terminar de esa forma. El
corazón tiene siempre un espacio de más. Ese espacio cuando lo cubren por
entero, uno siente que está lleno y eso es el amor. Es algo que no se ve pero
esta. Cuando lo negamos, negamos a nosotros mismos. Es fácil decir que te vaya
bien, cuando queremos decir, ya veremos. Seguimos sin hablar desde el corazón,
para negar la máxima. Seguimos evitando que nos vean como somos. Cuando el odio
nos invade, es por aun hay algo. Cuando ignoramos, es cuando ya murió el amor.
La soledad es
producto del orgullo, en muchas ocasiones. Estos sentimientos abstractos, son
el culpable de muchas desgracias. Los errores, cuando hay amor, no se perdonan
por el orgullo. Cuando discutes con alguien que quieres y que no vas a
recuperar nunca, es cuando sacas lo peor de ti. Por la misma impotencia de no
poder hacer nada. Entonces sacamos el asqueroso orgullo, para terminar de
joderlo todo. El hacer daño es humano, es mentira que no se disfrute con ello.
No se puede evitar. Freud decía que la mente libera una especia de toxina, cuando
hacemos daño, que nos da placer. Y cuando estamos más jodidos, la liberamos
para poder contraponer la impotencia sentimental.
Intentar que dos
personas que lo fueran todo, se miren como dos desconocidos es doloroso. El
orgullo de uno, odia más aun el orgullo del otro. El orgullo nos hace necios,
pues nos hace desprendernos de gente que queremos. El orgullo nos quita la
tranquilidad y nos hace sufrir, cuando el orgullo puede más que el amor, nos
destroza el alma. El orgullo niega el perdón.
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