De vez en cuando, la soledad nos hace meditar. Nos hace
ver las cosas de una perspectiva diferente. Y nos damos cuenta de cómo la vida
pasa y seguimos encajonados, en un bucle que no para de repetirse. Y seguimos
esperando un futuro, que va pasando y nos arrastra perdiendo el presente. Esperando
algo que es muy posible, que ya no se repita. El pasado nos enseña, el presente
nos desgasta y el futuro cada vez es mas corto. El fracaso se inunda de
emociones tristes. Y la suerte es caprichosa con uno, cuando te llega, no
sabemos aprovecharla. Pero el fracaso, llega de nuestras decisiones equivocadas.
Y la mayoría son decisiones que se toman con el corazón, sin pensar que el corazón
no entiende de razones. Que al fin y al cabo las razones, son las que nos
marcan el camino. Nos negamos a ver que estamos equivocados. El sentimiento nos
ciega y nos hace sufrir. El error no es problema, somo nosotros que no queremos
verlos y admitirlos. Buscamos una felicidad ficticia, sin ver que las cosas sencillas
son las que nos dan esa paz, que se convierte en felicidad. El rencor de perder
las cosas buenas, por nuestra propia culpa, nos convierte en quien no somos.
La
vida es un libro, donde nosotros somos los autores. Y se va escribiendo, a
medida que pasa el tiempo. Sin darnos cuenta que se escribe solo. Ahora mismo,
con un zumo, escuchando música y acompañado de mi compañera la soledad, me doy
cuenta de que equivocado estoy. Mis conversaciones conmigo mismo, me hacen que discuta
mi corazón con mi mente. Y al final como siempre, no ganan ninguno de los dos.
Solo pierdo yo y no entiendo por qué. El dolor mas intenso no viene físicamente,
si no de perder las ilusiones. El “hubiera” que no existe, el “podría” que no hicimos,
el “pasado” que dejamos correr. Todas esas palabras se convierten en losas tan
pesadas, que hacen que no podamos llevar esa carga. Esto nos produce un odio,
que descargamos con los demás, pero es solo impotencia. También nos volvemos irónicos,
pues es más fácil que recapacitar.
Así que, como todos los días, vamos hacer propósito
de enmienda, se nos olvida cuando salimos a la calle. Es como quitarse de
fumar, por las noches tomamos esa decisión, que se nos olvida, después de
desayunar. Al final uno se da cuenta, que, si estoy solo y me siento solo, es
que no soy buena compañía. Así que mejor me voy a dormir, así la soledad se va y me quedo solo.
¿Qué estoy haciendo
aquí? ¿De quién es esta vida?
¿Qué estoy haciendo
aquí? Insulsa y repetida
¿Qué estoy haciendo
aquí? En dirección prohibida
¿Qué estoy haciendo aquí?
Adrian y Ricardo han
vuelto a las andadas
vaciando otra botella
de Bacardy
se miran el uno al
otro
y no ven nada
se gritan porque ya no
hay más que hablar
Les va de película piensan
conduce un destino sin
final
viven como un rey
no hay quien le tosa
porque aunque se creen
poca cosa
son los reyes de la
cerveza, el ron y la noche
¿Qué estoy haciendo
aquí? ¿De quién es esta vida?
¿Qué estoy haciendo
aquí? Insulsa y repetida
¿Qué estoy haciendo
aquí? En dirección prohibida
¿Qué estoy haciendo
aquí?
Con la frontera, el bingo
y el casino
con el botín de la
juventud
pisando el acelerador
de la raya de la vida
vio a la realidad por
el retrovisor
lo que no tiene precio
le ha costado caro
cargó la cuba, abrió la
chela,
y se alejaron de la
triste realidad
¿Qué estoy haciendo
aquí? ¿De quién es esta vida?
¿Qué estoy haciendo
aquí? Insulsa y repetida
¿Qué estoy haciendo
aquí? En dirección prohibida
¿Qué estoy haciendo
aquí?
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