Ya perdí el
amor perfecto, ya voy descubriendo que no existen iguales. Ya quise a personas
que me decepcionaron, ya decepcioné a personas que me amaron. Sufrí mi luto y
pasé horas de sufrimiento en mi soledad, tratando de descubrir quién soy. Ya mentí
y me arrepentí. Ahora pido la verdad y me decepciono conmigo mismo. Buscando la
persona indicada, solo encuentro equivocaciones. Y seguramente por mi culpa,
por exigir lo que quiero, en vez lo que más me conviene. Y me hace dudar de mi
capacidad intelectual, por la cantidad de incertidumbre que no puedo soportar. La
sinceridad me supera, y llega a ser una enfermedad mental
Ser como uno es,
es difícil. Ser romántico y pervertido. Justo y empático. Duro y buena persona.
Y ser juez y parte. Todo hace que sea una controversia, un incomprendido en un
mundo de hipocresía. Siempre buscando la lógica, es un signo de miedo a la vida
normal. Miedo a comprender la vida, aprender cuando se acortando día a día.
Buscando la
sinceridad, voy perdiendo el sentido de la vida. Buscando la verdad, voy
perdiendo la felicidad. Mi carácter explosivo, altanero y ofensivo me hace una
persona solitaria. Voy pidiendo que me comprendan, cuando no intento comprender
a los demás. Y utilizo mi arma más despreciable, la agilidad de la palabra. Me vuelvo
ofensivo, despreciable. Y así jamás encontrare a la persona que quiera estar
conmigo. Necesito controlar, comprender, buscar la lógica. Y eso me hace
despreciable.
Necesito saber a
decir que si o que no. Esconder mi sentido de la lógica. Apagar mi necesidad de
saber la verdad de las cosas. Me considero buena persona, doy mi corazón, mi
vida. Cuando solo debería dar mi compresión y ser más humilde.
Pido disculpas,
por no saber apreciar las cosas buenas. Por no saber disfrutar de la gente que
me quiere. Y soy más exigente, cuanto más me quieren. En vez de ser más
permisivo, más comprensivo. Exigir la perfección, es algo que no me corresponde.
No soy un dios, soy un puto mortal, que busca lo imposible.
Pido disculpa por
ser tan crítico, por exigir lo mismo que yo hago. Cuando soy el primero, que
comete errores. El primero en no ser compresivo. El primero en humillar a los demás,
por ser personas normales.
El reloj sigue
sin parar, no perdona los lapsus que cometemos. Y sigo sin buscar ayuda, en mi obsesión
de buscar la sinceridad. Y buscar guerreros sin miedo, que me acompañen. Cuando
soy el primer cobarde, con deudas pendientes. Buscar la redención en los demás.
Y en muchas ocasiones no tener miedo, es un acto de cobardía. Pues quien sufre
mis acciones, son los demás.
Perdón a todos
los que hice sentir mal, por mi verborrea grosera y falsa. Pido perdón por
hacer sentir mal, a personas que son mejores que yo. Y lo peor de todo, que son
las personas que más quiero.
Soy un cobarde,
sin miedo.
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario