Algunas veces,
las personas que están a nuestro alrededor no son quien imaginamos. En
ocasiones, la envidia, el coraje los rodea y quieren perjudicarnos. Se esconden
bajo la apariencia de amigos y nada más lejos de la realidad. Nos dan consejos
por nuestro bien, que nos hacen pensar en lo contrario, de lo realmente era su
cometido. Por ejemplo, menos mal que tu hijo, ya no se junta con la vecina, se quedó
embarazada. Eso es para que sepas, que tu hijo andaba con la vecina, por si no
lo sabias y que el niño puede ser de él. Otro puede ser, que bueno es tu
marido, como ayudo a esa mujer a salir del bache, si, la guapa que le hacía
ojitos. Este tipo de comentarios, se dan mucho entre los falsos amigos. Y hacen
un daño tremendo, que al fin y al cabo, era su propósito. Porque el endioso, no
quiere tener más que tú, quiere que tú no tengas nada. Y lo peor no es que
cuente lo que sabe, es cuando cuenta lo que no sabe. Sutilmente te va quemando hasta
que hace efecto su veneno.
Por suerte o por
desgracia, somos así de tontos que nos dejamos aconsejar y sin decirnos nada
nos jode. Pero es más difícil, hacer creer la verdad a que nos está mintiendo. Por
nuestra mente maligna, porque es más fácil pensar mal, que bien. Nos gusta los
chismes, escucharlos sobre todo y para algunos contarlos aún más. Cuando criticamos
a los demás, lo único que hacemos es exponer nuestras debilidades. Existe la rumorología,
que es el arte de hacer esto mismo. Esto es incluso peor que la mentira, pues
no se sabe exactamente de donde sale. Queremos aparentar una cosa, que nos
somos. Queremos parecer agradables con gente que no conocemos. Queremos aparentar
ser inteligente, cultos, sin ver que la otra persona ya nos caló, desde hace
rato. Y lo único que conseguimos es hacer el ridículo. O realmente la engañamos
duramente mucho tiempo. Eso es peor, pues genera desilusión. El ser humano se
esconde detrás de las apariencias. El querer quedar bien, es un lastre que nos
va cargando continuamente y llega un momento que no sabemos qué hacer. Y entonces
viene la cuesta abajo. Cada vez nos cae peor. Le sacamos más falta y tenemos la
necesidad de buscar algo, que ayude a desvalorizar más, a esa persona. Porque somos
así por naturaleza. Podemos tener la nariz más fea del mundo, que criticaremos
hasta la más bonita, más si es de tu amiga. Esto es como un hábito que nadie
reconoce y que cada vez aumenta más. No te preocupes si alguien no tiene
ninguna tara, que ya se la pondremos nosotros. Somos así, aunque pretendamos
dar la imagen, que nosotros no. Queremos causar admiración con mentiras. Y para
que una mentira se haga verdad, solo tienes que contársela a mucha gente. Podéis
hacer una prueba. Escribid algo en internet y poned que está demostrado en más
de mil personas. Ya puedes poner lo que sea, que se convierte en verdad. Por ejemplo,
en siglo dos antes de cristo, un filósofo Griego llamado, Escorgos, ya escribió
sobre la existencia de que somos dos entes en una misma persona. Y que podemos
hacer que se dividan, para ser más felices. Esta parida, seguramente abra gente
le guste. A partir de ahí, pueden escribir libros, desarrollar cursos o incluso
crear una forma nueva hacer ver a la gente que es verdad. Se me olvidaba!!!! Tenemos
que poner un nombre bonito a esto, por ejemplo la bicolefacia en tu ser
infinito. Por Elizabeth L. Dowlin. Ya está,
clavado.
Por desgracia la
envidia, la mentira nos rodea y somos parte de ella, pues sin nosotros no existiría.
Cuando te digan, tengo algo que contarte, pero no sé, porque a mí no me gusta
chismorrear. En vez decir si dime, deberíamos decir POR QUE ME LO CUENTAS A MI!!! Pero nos
puede el vicio y ponemos la oreja.
Presumimos de moralidad,
escondiéndola en una falsa moral. Hay gente que echa a la persona que está a su
lado y después va llorando porque está sola. La hipocresía es un veneno, que
todos rechazamos, porque ninguno somos así, solo son así los demás. Deberíamos
aprender vivir la verdad, en lugar de intentar enseñarla.
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