En muchas
ocasiones uno se plantea su vida. Se plantea su existencia. Te dicen que la
vida es un regalo que debemos aprovechar. Pero en realidad es una cuestión de
suerte. De quien te toca de padres, quien te toca de hijos y la pareja es nuestra decisión, es lo único que
podemos elegir. Lo primero no podemos hacer nada, pues te toca lo que hay. Lo segundo,
debería de venir con unas instrucciones. Tengo dos hijos que me quieren muchísimo.
Dos hijos a los cuales les estoy jodiendo la vida, de una forma u otra. El mayor
no me habla. La pequeña va a lo suyo y a su interés. Al parecer yo solo voy a
lo mío y no soy un buen padre. Seguramente es verdad. Yo no tuve la oportunidad
de aprender del mío, pues no tuve. Pero intente siempre estar junto a ellos, no
físicamente pero si afectivamente. Sus cosas me duelen como mías, pues puedo
presumir de tener una conexión empática, con ellos. Sé cuándo están bien y están
mal. Sé cuándo necesitan volverse en mi contra, para no sentirse mal, con ellos
mismos. Sé cuándo están mal por diferentes motivos. Y jamás les voy a reclamar
nada, pues todo los que les pude dar, se los di como padre. Soy un mal padre y
lo tengo ganado. No es cuestión de compararme con nadie, ni con sus madres, ni
con ningún familiar. Ni tampoco compararlos yo, pues no tengo ese derecho, son
mis hijos y punto. Tampoco les voy a pedir perdón, pues no he hecho nada para
eso. En todo caso, si les pediré disculpas, por no ser quien ellos esperaba que
fuera. A lo mejor ellos me ven, como yo quiero ser. Pero no es verdad, yo no
soy así, qué más quisiera yo. Y a veces me ven, como alguien que esta, pero no está.
Yo siempre estaré
para ellos. Ellos son mi vida, para lo bueno y para lo malo. Ellos tienen la
mala suerte, que no se pueden divorciar de mí. Y para mí es un consuelo. Yo no
quiero que ellos vean lo que hago por ellos, porque es mi obligación y no
tienen que agradecer nada. Y además, porque bastante poco hago ya. La vida nos
emparejo y fueron las mayores alegrías de mi vida. Durante un breve tiempo
estuvimos juntos y fueron los mejores días de mi vida. Después por diferentes motivos no fuimos
separando, y el culpable de estos motivos siempre fui yo, eso está claro. No pensé
en vosotros y el daño que os causaba. El veros de vez en cuando y no poder estar juntos siempre, es mi mayor tristeza.
Yo soy así, como
no quiero ser. Pero no puedo evitarlo. Tengo mil defectos y alguna cosa buena,
pero ganan las malas. A veces los hubiera matado a mis hijos, pero no, porque la culpa a
sido mía. Yo no supe darles las necesidades que tenían. Pero si hay algo de lo
que pueden estar seguros, es que no supe hacerlo, por eso no lo hice mejor. Quiero
a mis hijos y eso nunca lo podrá evitar nadie. De forma equivocada, a mi forma,
pero los quiero. Soy culpable de mil cosas y una de ellas es querer a mis
hijos, aunque no lo vean.
Mis hijos son la
consecuencia de mis decisiones. Mi amor es mi aportación hacia ellos. Mis actos
son mi castigo. Y el destino es quien nos coloca a cada uno en esta vida.
P.D. Escribir, son
tonterías para algunos, para mí, es mi forma de expresar mis sentimientos.
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