lunes, 23 de enero de 2017

A mis hijos




En muchas ocasiones uno se plantea su vida. Se plantea su existencia. Te dicen que la vida es un regalo que debemos aprovechar. Pero en realidad es una cuestión de suerte. De quien te toca de padres, quien te toca de hijos y  la pareja es nuestra decisión, es lo único que podemos elegir. Lo primero no podemos hacer nada, pues te toca lo que hay. Lo segundo, debería de venir con unas instrucciones. Tengo dos hijos que me quieren muchísimo. Dos hijos a los cuales les estoy jodiendo la vida, de una forma u otra. El mayor no me habla. La pequeña va a lo suyo y a su interés. Al parecer yo solo voy a lo mío y no soy un buen padre. Seguramente es verdad. Yo no tuve la oportunidad de aprender del mío, pues no tuve. Pero intente siempre estar junto a ellos, no físicamente pero si afectivamente. Sus cosas me duelen como mías, pues puedo presumir de tener una conexión empática, con ellos. Sé cuándo están bien y están mal. Sé cuándo necesitan volverse en mi contra, para no sentirse mal, con ellos mismos. Sé cuándo están mal por diferentes motivos. Y jamás les voy a reclamar nada, pues todo los que les pude dar, se los di como padre. Soy un mal padre y lo tengo ganado. No es cuestión de compararme con nadie, ni con sus madres, ni con ningún familiar. Ni tampoco compararlos yo, pues no tengo ese derecho, son mis hijos y punto. Tampoco les voy a pedir perdón, pues no he hecho nada para eso. En todo caso, si les pediré disculpas, por no ser quien ellos esperaba que fuera. A lo mejor ellos me ven, como yo quiero ser. Pero no es verdad, yo no soy así, qué más quisiera yo. Y a veces me ven, como alguien que esta, pero no está.
Yo siempre estaré para ellos. Ellos son mi vida, para lo bueno y para lo malo. Ellos tienen la mala suerte, que no se pueden divorciar de mí. Y para mí es un consuelo. Yo no quiero que ellos vean lo que hago por ellos, porque es mi obligación y no tienen que agradecer nada. Y además, porque bastante poco hago ya. La vida nos emparejo y fueron las mayores alegrías de mi vida. Durante un breve tiempo estuvimos juntos y fueron los mejores días de mi vida.  Después por diferentes motivos no fuimos separando, y el culpable de estos motivos siempre fui yo, eso está claro. No pensé en vosotros y el daño que os causaba. El veros de vez en cuando y no poder estar juntos siempre, es mi mayor tristeza.
Yo soy así, como no quiero ser. Pero no puedo evitarlo. Tengo mil defectos y alguna cosa buena, pero ganan las malas. A veces los hubiera matado a mis hijos, pero no, porque la culpa a sido mía. Yo no supe darles las necesidades que tenían. Pero si hay algo de lo que pueden estar seguros, es que no supe hacerlo, por eso no lo hice mejor. Quiero a mis hijos y eso nunca lo podrá evitar nadie. De forma equivocada, a mi forma, pero los quiero. Soy culpable de mil cosas y una de ellas es querer a mis hijos, aunque no lo vean.
Mis hijos son la consecuencia de mis decisiones. Mi amor es mi aportación hacia ellos. Mis actos son mi castigo. Y el destino es quien nos coloca a cada uno en esta vida.

P.D. Escribir, son tonterías para algunos, para mí, es mi forma de expresar mis sentimientos.

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