jueves, 20 de abril de 2017

AMIGOS, MAS QUE EL ORO


Es temprano y no duermo, como casi siempre. El dormir es un lujo que no tengo y no por falta de tiempo, sino por falta de sueño. Pero también me da la oportunidad de pensar mucho, más de lo que quisiera. Días como hoy merece la pena pensar, más que pensar analizar. Tengo pocos amigos, pero los que tengo son auténticos. Son personas que están ahí, que me observan de lejos. Desde el anonimato que da internet, me ven, me leen y me soportan. Eso hace un vínculo muy especial. Algo que no puede transmitir con palabras. Es ese silencio del que hablo algunas veces. Un silencio de respeto, cariño y sobre todo de amistad. Hoy, a pesar que aún no son las seis de la mañana, he podido estar con tres de ellos. Uno me ha compartido sus inquietudes. Otro me ha mandado un correo. Y el último de hoy, me mando un poema. Tengo mucha suerte y no me doy cuenta. Tengo algo que no se compra con dinero ni con palabras. Tengo algo más que suerte, tengo amigos. Personas que te acompañan en el dolor, en la tristeza. Personas que están para ti, aunque no lo digan. Son esas personas que no presumen de ser amigos y levantan la mano para hacerse notar. No es una cuestión de cantidad, sino de calidad. De calidad suprema diría yo. Personas integras que te quieren y se dan esa mano, esa mano invisible, que uno necesita para no sentirse solo. Esos que no te juzgan, que no te aplauden, que no critican, que no están físicamente, pero están ahí. Esos que no preguntan, ¿a ese que le pasa? Para enterarse de todo y poder chismosear. Hace poco me dijo un ser muy querido, que me encuentro solo, por ser como soy. Y eso no es verdad, soy como soy Y NO ESTOY SOLO, porque soy como soy. Tengo “a mis amigos”.
Con esto puedo comprobar que el corazón vale más que las palabras. Que el sentimiento, vale más que los halagos. Y que la amistad, es algo que se da sinceramente, no se impone. Tengo mi familia, también muy corta, pero no menos importante. Lo único que me sobra, es peso.
Gracias por estar ahí. Gracias por respetarme y aguantarme. Recibo mucho más de que doy y eso lo agradezco. Vosotros me enseñáis lo que es la amistad. Me hacéis recordar que es esa palabra. Jamás os olvido, pues se quién soy y de dónde vengo. Podría devolver todo lo que debo y seguiría en deuda con vosotros. Me hacéis ver lo equivocado que estoy, sintiéndome solo.
VES, NO ESTOY SOLO, TENGO LA MEJOR COMPAÑÍA DEL MUNDO, LA AUTENTICA, “MIS AMIGOS”, OS QUIERO.

Este poema me lo mandaron esta mañana.

MI ALMA TIENE PRISA

Conté mis años y descubrí que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora.

Me siento como aquel niño que ganó un paquete de dulces; los primeros los comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocos, comenzó a saborearlos profundamente.

Ya no tengo tiempo para reuniones interminables donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada.

Ya no tengo tiempo para soportar a personas absurdas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.

Mi tiempo es escaso como para discutir títulos. Quiero la esencia, mi alma tiene prisa… Sin muchos dulces en el paquete…

Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana. Que sepa reír de sus errores. Que no se envanezca, con sus triunfos. Que no se considere electa antes de la hora. Que no huya de sus responsabilidades. Que defienda la dignidad humana. Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.

Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.

Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas… Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñaron a crecer con toques suaves en el alma.

Sí…, tengo prisa…, tengo prisa por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.

Pretendo no desperdiciar parte alguna de los dulces que me quedan… Estoy seguro que serán más exquisitos que los que hasta ahora he comido.

Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.

Tenemos dos vidas y la segunda comienza cuando te das cuenta que sólo tienes una.

Poema 'Golosinas',
Mario de Andrade
Brasil, 1893-1945.



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