Hola de nuevo, mi extrañado amigo. Aquí me tienes como todos los años. Aquí para charlar un rato contigo y contarte mis cosas. Imagino que donde estas, estarás tranquilo. Aquí las cosas se complican un poco. Pero no tengo derecho a quejarme, pues hay mucha más gente que está peor.
Los sueños van desapareciendo y el presente se ríe de todo. Aprender de la vida es mucho más duro a medida que el tiempo pasa. Aprendes pero con letras de fuego, que se quedan marcadas. Son tatuajes que se clavan en el corazón y quedan para siempre. El presente nos lleva en volandas a ningún sitio. Tratamos de ser más fuerte, pero la realidad nos quita las fuerzas. Lo recuerdos bonitos se quedan en eso, en pasado. Y vemos que el presente va pasando y la vivimos como podemos. De repente soñamos algo bonito y después se convierte en pesadillas. Peleamos por esos sueños, que nunca se cumplen. Y seguimos viviendo la vida, pero de una forma desordenada. Esos juegos que de pequeño, nos hacía pelear por ganar, aunque fuera solo por el orgullo, ahora solo queda decir, ganas tú. Y se te quitan las ganas de pelear, de luchar, porque las cosas que amas se desvanecen. Vemos las estrellas, cada vez más apagadas. ¿Recuerdas cuando nos tumbamos en borde de la piscina de tu casa, y veíamos las estrellas?, ahora no brillan. Solo están ahí, colocadas de forma que solo recordamos el brillo de antes. Ahora solo me dejo llevar por el viento e intentando buscar la felicidad. Perdiendo día a día el camino que empecé hace ya muchos años. De ese camino, solo queda la marca de mis zapatos. Ya me queda prácticamente, solo la familia de España, la que me acogió cuando me case con Esperanza. Ya de otra no queda prácticamente nada, solo rencor y orgullo. Algunas veces busco esa luz, que pueda darme fuerzas para seguir intentando, algo que ya perdí. Y resulta irónico que aun siga intentando recuperar algo, que solo me da desprecios. Es duro tener alguien en el corazón y no poder abrazarla. Y termina uno llorando por los buenos recuerdos, en vez de por lo malos, es irónico. Porque lo difícil no es decir adiós, lo más difícil es no volver. Duele sentirte ignorado, por esa persona que criaste y que amas más que a tu vida. Nos dicen que nos necesitan, que nos quieren, pero no es verdad. Lo que necesitan es sentirse queridos. Si pudiera detener el tiempo, me estaría ahí, donde podía sentirme querido, para creer que el amor aún existe. Que el orgullo no está por encima del cariño. Ya he aprendido la diferencia entre la soledad y la ausencia.
Muchas veces he pensado que los filósofos, son más ingenuos que los tontos. Pues ellos dicen lo que piensan, sin darse cuenta que nadie les entiende. Lo peores son los que piensan que son maestros, por que a medida que la gente le escucha van sintiéndose más seguros de las estupideces que dicen y las afirman sin ninguna duda. Pierden el miedo ha estar siempre divagando en cosas inútiles. El inteligente busca en sí mismo la sabiduría, los necios buscan en libros sus frases elocuentes. Cuando intentas hablar con un necio, debes pensar siempre que nunca vas ha llevar la razón, pues carecen de ella. Saberlo y llevarlo a cabo en uno mismo, no es igual que enseñarlo e ignorarlo. Cuanto más aprendo de la vida, más dudo de todo.
Cuando uno no tiene, es cuando conoce el lujo de dar. La bondad no se gana, se da. Y si haces el bien, buscando el agradecimiento, entonces eres egoísta no caritativo. El bien es silencioso, es ayudar cuando no te lo piden. Creerse superior por ser buena persona, no es caritativo sino, un símbolo de poderío.
En muchas ocasiones, pienso que el perdón no existe. Si no el olvido, pero están difícil olvidar, para los que tenemos buena memoria. La memoria nos mata la razón y el sentimiento lo daña. Es desolador no encontrar el olvido, con lo fácil que podría ser todo, sería una forma de liberarse uno sí mismo. En cambio la memoria, te hace regresar a la realidad. Y te araña el corazón, para revivir el recuerdo que quieres olvidar. Porque perdonar no es olvidar, es recordar lo que te hace daño y mirar para otro lado triste.
Pues mi querido amigo, me pillas en unos momentos bajos, como podrás comprobar. Y te tengo para poder explicarte mis sentimientos, pues tú, no me juzgas. Y lo mejor, no me llevas la contraria. Sigues vivo en mente y no te olvido. Así que espero que el año próximo, te pueda hablar de forma optimista. Si el tiempo y la autoridad pertinente lo permiten.
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