Nadie valora tanto el amor
como aquel que jamás lo ha tenido.
Nadie sabe lo que ha perdido,
hasta que ya no lo tiene más.
Nadie conoce tanto la verdad
como aquel que vive entre mentiras.
Nadie piensa tanto en los demás
como aquel que se encuentra solo.
Nadie entiende tanto al loco
como aquel que escribe en la madrugada.
Nadie baja tanto la mirada
como aquel que no valora su personalidad.
Nadie se escuda tanto en la verdad
como aquel que está rodeado de hipocresía.
Nadie comprende tanto la poesía
como aquel que llora por amor...
Nadie palpita tanto el dolor
como aquel que ve en sus ojos
el engaño que siempre quiso ignorar
el corazón.
Anabel Calatayud
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